MICKY Y LOS COLOSOS DEL RITMO ( A.I.E DE NUEVO )

Hola Amigos! Supongo que todo esto es en parte culpa mía, así que dejadme que os cuente como conocí a Micky y por qué decidí embarcarme en esta historia con él. ¿Nunca os ha pasado que ya desde pequeños tengáis una corazonada sobre alguien? Que os digáis – “yo algún día haré algo con esta persona”. Sin duda, eso es un recurso muy cinematográfico, pero no por ello menos cierto. La segunda vez en mi vida que vi a Micky, me lo tropecé casualmente por la calle Instituto de Gijón, tendría yo once años. Yo caminaba junto a un amigo, y le reconocimos enseguida como alguien famoso. De inmediato me entró el gusanillo de armársela. La trastada servida en bandeja, y además con un famoso, mejor que mejor. Bueno, obviamente la primera vez que vi a Micky fue por televisión, cuando lo de Eurovisión a finales de los 70, debía tener yo siete años. Me llamó mucho la atención su expresión y forma de andar. El tipo tenía gancho, un magnetismo especial. Lo sigue teniendo, no se vayan a pensar. ¡Con eso se nace y se vive! Bueno, a lo que iba, le vimos por la calle y uno de los dos dijo: «es Micky el cantante, vamos a seguirle». Rápidamente nos escondimos detrás de un coche y empezamos a increparle a grito pelao: «¡¡¡¡¡MICKY!!!!! ¡¡¡¡MICKY!!!!!». Micky, que es un hombre muy vital y echao pa’lante (parece que le estoy viendo), miraba a izquierda y derecha totalmente descolocado preguntándose – “¿pero quién coño me llama a mi?”- , y nosotros muertos de la risa. «¡¡¡¡MICKY!!!! ¡¡¡¡MICKY!!!!!». Pero esto no deja de ser una anécdota. Como decimos aquí, «pijadas de guaje». El caso es que años más tarde (quién me lo iba a decir a mí), en 1997, con motivo de una actuación de Dr. Explosión en el festival Actual de Logroño, tuve la ocasión de conocerle en persona. Desde la organización del festival nos propusieron que cada banda actuase esa noche junto a un cantante de un grupo de los 60 para tocar un par de temas. Así que ahí me tienes a mí, quedando con Micky en el Hotel Pathos y ensayando el «I´m over» de Los Tonys. Aquella actuación fue memorable, y hasta una foto donde yo le ponía una corona de laurel a Micky en la cabeza (nosotros vestíamos de romanos) salió en toda la prensa nacional, incluso fue contraportada de El País aquel fin de semana. Después de eso pasaron once años en los que coincidimos en un par de ocasiones gracias a un amigo común, Miguel Escalada o, como yo le llamo, «Escalada de violencia». Miguel es un mítico y entrañable amigo que en los años 60 lideraba su conjunto beat Los Sonys, y que probablemente fuese uno de los mayores sinvergüenzas sobre un escenario en aquellos tiempos. Como no podía ser de otra forma, íntimo amigo de Micky. Un domingo de junio de 2008 en el que yo estaba trabajando en el estudio me llamaron y quedé con ellos para tomar el aperitivo. Me encantó volver a ver a Micky y, respondiendo a su pregunta «¿Qué andas haciendo ahora?», le conté lo de Circo Perrotti, y pareció intrigarle mucho, como persona curiosa que es. Acabamos comiendo juntos y hablando de Rock and Roll, y una cosa llevó a la otra. Y todo esto con la excitación del ascenso del Sporting de por medio, el último partido se celebraba esa misma tarde, y Micky tenía asiento en el palco del Molinón. De golpe lo vi claro. Y es que uno ya está cansado de ver como antiguas estrellas de Rock and Roll de otras décadas se nos presentan de nuevo queriendo rememorar aquellos años con discos que suenan, por ser benévolos, «cero excitantes» o «bastante verbeneros», súper-producidos y que no vienen a cuento. En vez de rememorar, lo que consiguen, la mayoría de las veces, es arruinar el bonito recuerdo de lo que fueron. Salvo honrosas excepciones como The Remains, Sonny Burguess y poco más. Esta es la tónica habitual. Así que pensé: «¿No sería increíble hacer algo auténtico con Micky? Pero auténtico de verdad, sin concesiones a la galería. ¿Sería Micky capaz de ponerse en mis manos y confiar en mi criterio? Tengo la idea de cómo hacerlo, tengo el estudio, tengo los instrumentos, tengo a músicos cojonudos para hacerlo y tengo a Micky aquí delante». Sin pensármelo dos veces se lo propuse. Le empecé a contar cómo grabo en el estudio y a qué tipo de grupos. Le hablé de Sonny Burguess, The Milkshakes, The Masonics y hasta de James Hunter. De cantidad de grupos que siguen grabando ahora, manteniendo actual y fresco ese sonido que un día nos cautivó a los dos y nos hizo meternos en este mundillo. Inmediatamente pensé en contar con mi amigo John Gibbs, fundador de The Kaisers, y me reí por dentro pensando – «Vaya gorda que la voy a armar». Sólo que ahora la gamberrada la vamos a hacer Micky y yo juntos, y va a ser la gente misma del rock and roll la que va a quedarse descolocada por el simple hecho de que nadie se lo espera, porque no es lo habitual, y menos en este país, no nos engañemos. Que una persona tan carismática y popular como él, que le paran por la calle cada dos por tres, y puedes sentir cómo es el centro de atención de todas las miradas en cualquier lugar público, haga un disco como este, NO ES NORMAL. Micky fue pionero del Rock and Roll en este país con Los Tony´s, y probablemente es la única persona de esa década con la energía suficiente para embarcarse en algo así. Siempre entusiasta, y lo suficientemente loco y cuerdo para llevar esto adelante. Un artista que contagia emoción escuchándole hablar y escuchándole cantar. Pero esta vez de forma brutal, cruda y honesta, sin producciones rimbombantes ni músicos tocones. Al frente de una banda donde el bombo suena a un bombo con su parche de delante y con todo su armónico. Donde las guitarras chirrían a electricidad de verdad reventando el cono de cartón del amplificador. Donde la grabación respira la urgencia y la excitación que debe tener el Rock and Roll. La urgencia de las decisiones rápidas, de las primeras tomas. La excitación que produce el disfrutar tocando todos a la vez. Y donde todo suena imperfecto, humano y excitante. Ya está bien de justificar aberraciones musicales por el hecho de que sean perfectas o estén ejecutadas impecablemente. Precisamente lo interesante de una obra humana es su imperfección, su humanidad. Y eso, amigos, se ha perdido en la música. Por ello me siento muy orgulloso de este retorno de Micky en la que para mí es su faceta más interesante y más sincera como artista, la de cantar Rock and Roll. Es un privilegio el compartir con Fernando Arbex, del que tantas veces nos hemos acordado en esta grabación, el honor de haber sido también su productor. Claro, que Fernando sabía convertir todo en un éxito, y los sonidos de Perrotti buscan siempre ese lado oscuro y primitivo, esa actitud rebelde de alejarse premeditadamente de lo comercial. Espero que este disco lo pueda entender tan bien un tío de 20 años que va a conciertos y le gustan los Black Lips, como una persona que formó parte de un grupo en aquella época de los 60. ¿Por qué razón? Pues porque las cosas buenas se explican solas, y sinceramente creo que este trabajo de Micky lo es. Así que vale ya de brasas. Damas y caballeros, con ustedes una leyenda viva, un niño con un nudo es sus zapatos nuevos, alguien que ama el Rock and Roll de verdad, y que con toda sutileza es capaz de hacer llorar a las chicas que beben combinados sabor a menta. Un hombre que canta con la rabia de estar harto y no tiene miedo al vuelo. Con ustedes, el único, el auténtico, el coloso del ritmo y hombre de goma… ¡¡Micky!!MICKYsalto altís. resoluc.