LA FUGA

En el verano de 1996, más que el sofocante calor del olvidado sur de Cantabria, es la rutina como desolador panorama lo que provoca que cuatro músicos confluyan sus inquietudes en La Fuga. Rulo (voz y guitarra), Iñaky (bajo), Edu (batería) y Fito (guitarra), que ya habían buscado anteriormente una vía de escape por separado en la música, empiezan juntos a dar conciertos con versiones de grupos de rock nacionales.   Reinosa, conocida por su lucha obrera y sus inviernos, a cual más combativo, forjó desde el principio el carácter especial de una banda curtida con el corazón y los instintos. Simplemente confiando en sí mismos, La Fuga, que por encima de todo sostenían la validez del directo en el rock, grabaron su primera maqueta “El Camino” (1997), como un pretexto para seguir presentándose ante el público. En el primer álbum se rescatarían cuatro temas de aquella primera maqueta y años después llegarían a ser seis por insistencia de sus seguidores. El disco “Mira” (1998) grabado en los estudios Sonido XXI de Esparza de Galar y editado por FAK Records sería la verdadera grabación de debut. Incluía temas que alcanzaron la categoría de himnos como Primavera del 87, Por verte sonreír o Al pie del cañón. “Mira” supuso, además de la primera gira de presentación más allá de los límites de Cantabria, la llegada de un nuevo guitarrista, Nando, y el abandono temporal de Fito, que regresaría a finales de año a partir de un concierto benéfico recogido en la grabación “Un juguete por Navidad”. Un año después, a las puertas de su segundo trabajo discográfico, Iñaki dejaría el grupo por discrepancias con el resto.
Como ni la ansiada compañía que apoyase su siguiente grabación ni el bajista adecuado llegaban, el grupo, sin abandonar ni la carretera, ni el local, ni su férrea opción de vivir por y para la música, toma en pocos meses una doble decisión que marcaría su carrera: ajustarse como cuarteto pasando Rulo a ocuparse del bajo, y autoproducirse su segundo disco “A golpes de rock and roll” (2000).  Si el marco característico de La Fuga eran en ese momento sus letras, una nutrida colección amores, desencuentros y noches compartidas, como P’aquí p’allá, Hasta nunca, Pedazo de morón o Los de siempre, la auténtica marca distintiva empieza a ser un estallido de directo potente, siempre en comunión con el público. Ese sonido y esa complicidad animarían a Javi y Juanan San Martín —propietarios de Sonido XXI donde el grupo había grabado todo su material— a apostar por La Fuga para su sello discográfico, EDG Music, con quien sacarían su siguiente disco. “A las doce” (2001) consolidaría la madurez de la banda, brindaría varias melodías donde toda su generación y las posteriores pudieran vociferar sus desvelos y poner banda sonora a sus noches (_Pa volar_, Conversación habitación, Majareta, una nueva versión de P’aquí p’allá) y subiría a los de Reinosa a los escenarios más importantes del país. No conseguirlo hubiera sido injusto para quienes, desde arriba y desde abajo de las tablas de una escena del llamado rock estatal que a finales de los 90 parecía agotada, confiaban en escuchar algo nuevo.
Al finalizar la gira de “A las doce”, DRO East West había olido el rastro de éxito que habían dejado los cántabros y tenían ganas de completar la embestida de rock en español que lanzaban desde su sello tras los recientes fichajes de otros grupos estandarte del panorama estatal; el ariete definitivo sería La Fuga con su nuevo álbum, “Calles de papel” (2003). La tempestuosa voz de Rulo en el escenario, el dominio de Nando de la guitarra, la presencia de Fito y la solidez rítmica de Edu, habían ensamblado una maquinaria casi perfecta que engrasada con el sudor del trabajo recorrería la península y las islas en una gira de presentación con más de 80 conciertos en los que convertían el rock and roll en un arte engañosamente sencillo ajeno a las modas musicales pasajeras. El objetivo no era sorprender a sus seguidores, sino conectar con ellos, y La Fuga lo conseguía.
Después de la gira más extensa del grupo, llegaría el quinto trabajo de estudio. “Negociando gasolina” (2005), fue el disco con el que las cifras de venta confirmaron el estatus de La Fuga en primera línea del rock estatal. La buena acogida y la intensa gira sentaron las bases de una particular relación con el gran público, fuera incluso de los festivales y medios especializados. Buscando en la basura, Amor de contenedor o Heroína (versión de Los Calis) se convertirían a partir de entonces en temas imprescindibles en el repertorio. Todo el trabajo había valido la pena; los cuatro destilaban la ejecución exacta de sus roles, y su combinación escénica generaba una energía casi imbatible.  Los 10 años de la banda se celebraron con un doble regalo para los seguidores del grupo, ideado inicialmente en conjunto pero editado por separado: “En directo” (2006), un disco grabado en la sala Aqualung (Madrid) para quienes venían reclamando una grabación acompañada de público que evidenciase con toda su fuerza el escenario como entorno natural de La Fuga; y “Nubes y claros” (2006), un experimento acústico, un proyecto intimista, poco convencional y melódico, que presentaron en una pequeña gira por teatros. Ambos discos definieron las dos caras de la carrera de una propuesta que convencía y emocionaba con la misma facilidad. Cerrarían el año 2007 con la primera gira por Latinoamérica, visitando Argentina, Uruguay y Chile.
Tras casi tres años sin presentar material inédito, “Asuntos pendientes” (2008) salda la deuda contraída con quienes esperaban nuevos temas de los reinosanos. En la misma línea que sus anteriores trabajos, el desamor y el amor de Jaleo y Los molinos, la melancolía de No sólo respirar y Malos pensamientos, o la denuncia social (desde el otro lado del charco en el caso de Villa Miseria) vuelven a centrar 11 nuevas canciones que serían la excusa para girar durante varios meses por España y Sudamérica. En octubre de 2009 se anuncia el abandono de Rulo —que emprende su carrera en solitario— y la intención del resto de la banda de continuar adelante. Tras un invierno de búsqueda y trabajo, en el que Fito decidió desvincularse temporalmente de la música, en 2010 La Fuga presenta a Pedro (ex—Mr. Fylyn) como nuevo vocalista y a Raúl Serrano como bajista. Una gira de dos meses en septiembre y octubre presenta al público la nueva formación y da paso a la grabación del noveno álbum de la banda: “Raíces” (2011). Un disco enérgico y optimista que supone un reencuentro con la garra y la honestidad rockera, las que fueran las señas de identidad del grupo desde sus orígenes; un trabajo tenaz que aúna la calidad de la experiencia, la frescura de las ganas renovadas y el aliento de las colaboraciones de miembros de dos bandas que marcaron los principios de La Fuga: Barricada y Los Suaves.